Texto introductorio

dimarts, 9 de febrer del 2010

8:35
Una rosa marchita,
una señal, el reflejo de tus labios.

De la herida provocada sale sangre,
tu sangre,
y a la vez mi yo latente, mi alma
convencida,
de que su mejor compañía es la nada.

Un frío satisfactorio corre por mis venas,
una media luna sonríe en mis labios.
Igual de blanca, igual de efímera.
El sueño eterno se acerca,
y me desvanezco.

Rayo, luz, vida,
nadie me aguarda en la estancia.
Nadie menos un yo.
Liberado por yo,
el yo alma.
¡Me mira, me desprecia, desaparece!
Solo en medio de la nada,
de forma amorfa e inesperada,
con lágrimas, huyo de mi vacío,
acompañado de mi pesada, sin vida,
prisión humana.

Éste será mi castigo,
una vida sin sentido,
sin amor, ni sentimiento,
una época oscura dentro de la oscuridad.

NO
PUEDO
VIVIR

8:35
De repente salió del hospital, un cuerpo, nada más; su alma le abandonó a su suerte, como lobo solitario. No, no era su momento. No era su juicio final.